SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO
JUEVES
Del
evangelio de Lucas 5,33-39
33Pero ellos le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan
a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y
a beber.
34Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer ayunar a los
invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 35Pero
llegarán días en que se lleven al esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán.
36Les dijo también una parábola: Nadie recorta una
pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el
nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. 37Nadie
echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará
los odres y se derramará, y los odres se estropearán. 38A vino
nuevo, odres nuevos. 39Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo,
pues dirá: "El añejo es mejor".
COMENTARIO
Lc 5 comienza con la llamada de Jesús a los
primeros discípulos (5,1-11), después cura a un leproso (5,12-16), a un
paralítico (5,17-26), para llegar a la vocación de Mateo (5,27), con la consiguiente
discusión de Jesús con los fariseos. Jesús propone una nueva imagen de Dios y
de su Reino, a través de la imagen de una boda: Jesús representa al novio y la
humanidad, con la que Dios desea desposarse, a la novia. Ahora es el tiempo de
la boda, de la fiesta, del banquete.
33Pero ellos le dijeron: Los discípulos de Juan ayunan
a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y
a beber.
34Jesús les dijo: ¿Acaso podéis hacer ayunar a los
invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 35Pero
llegarán días en que se lleven al esposo; entonces, en aquellos días, ayunarán.
Estamos en casa de Leví/Mateo, en medio de una comida, de un banquete.
Los fariseos y escribas no cejan de acosar a Jesús. Es un enfrentamiento
continuo. Incluidos los discípulos de Juan Bautista, estos nombrados en primer
lugar, no han aceptado el papel del precursor ni, por tanto, el cambio de
alianza anunciado.
El ayuno era signo de muerte, no de vida. Y también de
arrepentimiento, para obtener perdón. El banquete, sin embargo, es signo de
alianza, de desposorios, de nueva vida, de fecundidad. Seguir a Jesús
(versículos antes se nos narra la llamada y el seguimiento de Mateo), ¿hay que
celebrarlo ayunando?, ¿es lógica la mortificación y la abstinencia cuando el
novio ha venido a desposarse? El ayuno era esencial para el discípulo judío.
Cierto que llegaran días en que se
lleven al esposo, solo entonces ayunarán como signo de duelo y de respeto.
El auténtico seguidor no puede ayunar nunca porque el esposo está siempre
presente con la esposa/humanidad. La fuerza de la costumbre hace rechazar el
cambio.
Otra cosa es el ayuno como signo de solidaridad: no comer para dedicar
el dinero de la comida e invertirlo en alimentos para los que lo están pasando
mal y así poder seguir creando vida.
La nueva comunidad no se construye sobre una disciplina de normas,
sino sobre la libertad en el seguimiento.
36Les dijo también una parábola: Nadie recorta
una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo
hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Manto, mantel, tienda, eran imágenes
corrientes, en la antigüedad, para expresar el mundo, el cosmos (Hch 10,11ss;
Heb 1,10-12).
Según la mentalidad farisea lo que hay que
hacer es perfeccionar el sistema vigente, reformarlo. El manto nuevo que Cristo
propone no es un remiendo de lo viejo. Si se hiciera así no se salvaría ni el
nuevo ni el viejo. El roto se haría mayor. La novedad de Cristo es una manera
radicalmente de vivir e interpretar la vida. Es una vida alternativa (alter: otro; nativa: nacer; nacer
otro)
37Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque,
si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se
estropearán. 38A vino nuevo, odres nuevos.
Las instituciones de la antigua alianza son
incapaces de contener y expresar la nueva realidad del Reino. El vino era símbolo del amor entre esposos. Continuar en el fariseísmo es
echar a perder el vino nuevo de Jesús.
No hay cabida del vino nuevo en odres viejos, los odres se echan a
perder y se pierde el vino. Los pellejos viejos no son capaces de contener el
vino nuevo.
El Espíritu es una novedad tal que no cabe ni en
vestidos/mantos viejos ni en odres/vasijas viejas. Quien intenta mezclarlo
desparrama lo nuevo y destroza totalmente lo viejo. Hay que crear vestidos y
odres nuevos. Cristo y su Espíritu traen modos escandalosamente distintos de
concebir la fe. Hay que permanecer abiertos a esta novedad del Espíritu.
Hay que empezar de nuevo. Es imposible juntar lo nuevo, el Mensaje de
Jesús, con lo viejo, las tradiciones. La nueva forma de vivir, que Jesús trae,
no se puede combinar con la antigua forma de vivir bajo la Ley. Si se quiere
hacer arreglos, todo se estropea. Esa
forma de vida no agrada a Dios ni es camino para hacerse buenos. La Ley solo sirve
para alimentar el amor a sí mismos. Para Dios todo es bueno. Su palabra y la
oración de los cristianos lo consagran.
39Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es
mejor".
Quien se pasa la vida bebiendo vino añejo es muy difícil que se
acostumbre al nuevo. Quien ha sido educado y ha practicado la religión que todo
lo mide, de la norma escrupulosamente cumplida, ya está viejo para gustar la
alegre espontaneidad de una religión de fiesta, de banquete y alegría. Es ahí
donde se encuentra el nuevo seguimiento de Jesús.
La novedad del evangelio es original, radical y absolutamente nueva y
buena[1].
Comporta el riesgo de vivir una nueva experiencia: hacer las cosas contando con
la fuerza del Espíritu, el vino nuevo.
Quien intenta mezclarlo con prácticas, ritos, renuncias, mortificaciones y
otras formas comunes a todas las religiones, no hace otra cosa que poner un
trozo de tela vieja al paño nuevo. El
que así actúa se queda sin nada, porque el nuevo se rompe y al
viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
“Cuando en Jn 2,11 se dice que Jesús manifestó su gloria en el milagro de
Caná, también se piensa ahí que el vino es un símbolo del tiempo de salvación:
dando el vino en abundancia, se manifiesta Jesús como el que trae este tiempo
de salvación. Manto viejo-vino nuevo: lo viejo ha pasado; el tiempo de
salvación ha llegado”.
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